lunes, 21 de diciembre de 2020

Mi caballo murió, mi alegría se fue

  

Para aclararle cómo conoció las tradiciones de Valverde, Diego Romero le canta a su hijo que él conoció "a una mujer divina que al cantar una habanera", con el pecho henchido y sin que cupiera distinguir entre música y letra, cantaba/decía:

            "Cuando cantes una habanera,

            no te importe si tu garganta

            las notas canta o no canta.

            Cuida, hijo, que la habanera

            se haga dueña en tu reunión

            poniendo en ella, más que garganta,

            el fuego ardiente del. corazón".

Creo que no se puede definir mejor lo que mis hermanos y yo vivimos desde pequeños en reuniones en la casa de mis padres, y que (ahora que está cerca la Navidad) volvía a repetirse mágicamente, mientras fue posible, cada año después de la Misa del Gallo en la casa de Diego y Ana María en el Pie de la Torre. Es una vivencia, por lo demás, que cada uno hemos llevado y trasplantado indefectiblemente a los ambientes en que nos hemos movido. 

Me conmovió mucho un vídeo de hace unas semanas que, con el título "Siente Valverde 10: La habanera", daba cuenta, en un guion lógicamente perfectible, del origen de la habanera misma y de su presencia y arraigo en Valverde, de la afición y educación musical de mi hermano Diego y de su contribución (también de otras personas) al cultivo y desarrollo de la habanera en el pueblo, así como de los esfuerzos que en éste se dan para que la tradición se mantenga y traslade a las generaciones siguientes.

Por las razones que apunto en el primer párrafo, ni el tema ni el vídeo podían dejarme indiferente. Entre las 467 visualizaciones del vídeo que el sistema registra (domingo 20 de diciembre a las 17.00h), entre ocho y diez son mías. Me siento implicado, y creo de razón que comparta con quien esto lea (siempre gente amiga) las sensaciones que he tenido.

A "la mujer divina" que todo el mundo me ha dicho que daba gloria oir cantar en la iglesia, y a la que mi hermano el mayor atribuye (poéticamente) el consejo sobre la habanera, a ella, yo no la recuerdo cantando en la iglesia ni entonando habaneras; la escucho cantando, en casa, "Mi caballo murió, mi alegría se fue"  (por cierto, un tango que tiene el privilegio de ser citado por Jean Paul Sartre en  L'âge de raison, aunque, literalmente, como "Caballo mio murio"). Y, seguramente por lo del caballo, veo a la vez a mi madre contenta con su ida a Sevilla para ver rejonear a Conchita Cintrón. Disparate caprichoso de mi memoria, porque Imperio Argentina lloraba en su tango a un "caballo pampero... que, si un compadre me insultaba, amigos, se enardecía, y su mirada brillaba como brillaba la mía". 

Pero sí es verdad que en mi casa se cantaba con frecuencia, se cantaba en reunión y se cantaban habaneras y canciones de Valverde; me acuden los títulos en aluvión: "Al pie de una verde palmera", "Al pie de unos abedules", "Estas lindas canciones", "Sal, mi bella pescadora", "Como sabes que te quiero", "Niña del pelo rubio", "En noche lóbrega galán incógnito", "Por ti suspira mi pecho amante", "Dime, niña, si pequé", "Alivia mi afán", "Al despertar las flores en la mañana",  "Siempre a la aurora", "Vizcaya es un bello jardín". Y villancicos, y el rosario de la aurora. Y sevillanas. Y pasodobles, y tanguillos y rumbas ... y coplas de murga.

El acompañante y animador por excelencia era mi tío Ildefonso Valero, que visitaba regularmente a su "chacha", mi abuela Manolita, y sentado al piano alentaba al cante. En momentos especiales, con el panel inferior del instrumento abierto contra sus rodillas.

En 1985 me tocó recabar el voto de otros países para Barcelona 92. En La Habana, me acerqué en el momento del café al pianista que amenizaba la comida semioficial en el reservado del hotel, y le pedí alguna habanera. Siempre había escuchado que de allí habían llegado a Valverde. Para mi sorpresa, aquel hombre me dijo que no se cantaban ni tocaban habaneras en Cuba; pero, "¡Cómo no, compañero!",  con "plaser" me acompañó a cantar "Al pie de una verde palmera" y alguna canción más.

Me ha extrañado mucho que en el vídeo no se haga mención alguna de don Manuel Lama, el primer maestro de música titulado con plaza oficial en Valverde, que ejerció gran influencia en la vida musical del pueblo, también en la formación de mi hermano Diego, y en la transcripción y fijación musical de buena parte del cancionero, sostenido hasta entonces solo en la tradición oral.

Aunque, lógicamente, he disfrutado con las interpretaciones de mi sobrino Fernando y de los hermanos Garrido (que, además, según me dicen, son nietos de Antonio, que siempre me llamó "pariente" y como tal me trató), yo creo que mi propio hermano Diego habría animado al guionista a incluir una "reunión" con la habanera como dueña por obra de unos cuantos que, sin importarles si "su garganta las nota canta o no canta", ponen en ella "el fuego ardiente del corazón". 

 

 

 

 

martes, 15 de diciembre de 2020

Mi primer yoghourt


  Hay elementos en nuestras vidas que, sin que uno logre explicárselo, operan como potentes imanes: atraen, amalgaman y, al final, condensan multitud de vivencias y hechos dispersos. Son seguramente recursos caprichosos de nuestra memoria, deudora siempre de sentimientos, punzadas, apegos y desencuentros que, en contra de lo que proclaman los historicistas, entretejen la objetividad viva de nuestras vidas.

            Es lo que me pasa a mí con el yogur y la familia de mi amigo Paco Malavé. 

            Vivían en la Calleja, una decena de casas por debajo de la mía: en la vivienda de abajo, Gregorio y Pepita con sus hijos Paco (Paquillo), José, Gregorio (Goro o Gorito), Manolo y Antonio; y en el piso, con entrada aparte desde la calle, la madre de Pepita, Teresa, con su hermana (la "tita Quelo") y una hija de ésta, Anita Rodríguez. 

        De mi pandilla formaban parte Paco con pleno derecho y, con permiso, José; en una relación más o menos similar a la existente entre mi hermano Manolo (Manolito) y yo. Juntos íbamos y veníamos de las Salesianas, juntos nos escapábamos corriendo a la Plaza con el pan y el chocolate (mejor el de los Malavé que el que nos daba a nosotros mi abuela) para no perdernos el "torito salvá, y juntos buscábamos los domingos a nuestros padres en espera de calderillas más generosas gracias a la alegría de la jarana compartida. Pero, sobre todo, gozábamos juntos del cariño de toda la familia en ratos de convivencia que, durante años, encontraron una extensión incomparable en Los Pinos.

            Los Malavé, un día, se fueron a vivir a Sevilla. Recuerdo haber visitado muy pronto, con mi padre, "Curtidos San Pablo", el negocio desde el que Gregorio parecía el amo de La Campana, cerca además de la valverdeña parada de Manolillo el de Aracena. 

            Cuando llegué a estudiar al seminario de Sevilla ya con dieciséis años, me fui una tarde a buscar la casa de los Malavé: avenida de Eduardo Dato, casi enfrente del Porta Coeli de los Jesuitas, en un solitario bloque de pisos. Lo primero que encontré fue a Pepita, la madre de Paco, y todo el cariño que aquella mujer sabía dar. Era la hora de merendar y, mientras llegaban sus hijos del cole, me preguntó que si me apetecía un yogur. ¡Ni el seminario ni mi abuela estaban para virguerías gastronómicas! Así que me tuvo que explicar lo que era y me aseguró que era muy rico. Goloso nato de la leche y de la nata, aquello me supo a gloria. Fue mi primer yoghourt. Danone, para más señas y en tarro de cristal, como el de la foto.

            Ayer me enteré de la muerte de Antonio, el más chico de los Malavé de la Calleja. Me acordé enseguida de mi primer yogur, como si en él recuperara condensada buena parte de mi infancia valverdeña.

 

 

lunes, 7 de diciembre de 2020

La orfandad representativa


            El pasado 26 de noviembre Carlos Alsina, al final de una entrevista en Ondacero, le preguntó a Felipe González si se sentía representado como socialista por Pedro Sánchez, y Felipe respondió: "A veces tengo sentimientos de orfandad, pero mi partido es el socialista y creo que seguirá siendo... a veces me siento en orfandad representativa".

            Es posible que tenga más argumentos pero, por lo que había dicho en la entrevista, no creo malinterpretarlo si identifico como motivos de tal orfandad estos dos: la deriva del gobierno que preside Pedro Sánchez (en la entrevista, "la Presidencia del Gobierno"); y el funcionamiento orgánico del PSOE, del que es secretario general el mismo Pedro Sánchez (en la entrevista, "el PSOE").

            El primer motivo argumental, con aparente lógica pero de modo engorroso, sigue más o menos este hilo: en un momento en que la pandemia sólo nos permite una certidumbre, la de la incertidumbre, España necesita, más allá de unos presupuestos para 2021, un "proyecto de país". Pero la "posible conformación de mayorías" no permite un proyecto de país porque ni ERC ni Bildu están interesados en un proyecto que fortalezca a España como espacio público compartido o como nación; y también Pablo Iglesias tiene como estrategia llevarnos a un estado plurinacional con derecho de autodeterminación, en lo que converge con los anteriores. Siendo cierto que nuestra Constitución no es militante, creer en el proyecto que ella representa no es compatible con los que quieren acabar con España como espacio público compartido organizado como nación.

            En cuanto al PSOE, que es el principal partido del Gobierno, la cosa es confusa porque, a la vez que se dice desde la Presidencia del Gobierno que los objetivos de la UE representan un proyecto de futuro como nación y que no se va a permitir el desguace de ésta, dentro del propio Gobierno hay un partido de una sedicente "alianza progresista" basada en "autodeterminación y república", si bien es verdad que los ministerios de Estado están todos bajo el control del presidente del Gobierno.

            Se me vino a la mente lo que escribió Santos Juliá en Transición: Historia de una política española, 1937-2017: "'Segunda transición' irrumpió en el lenguaje político español como primer resultado de las elecciones de 1993 ... cuando Convergència i Unió (CiU) se sintió imprescindible para lo que comenzó a llamarse gobernabilidad del Estado: apoyar al partido del Gobierno sin formar parte de él". Y unas cuantas páginas antes, refiriéndose al PSOE de 1972, había relatado: "Felipe González, joven dirigente que llegaba del sur, afirmó que 'el problema de las nacionalidades dentro de nuestro país' merecía un análisis especial" ... adhiriéndose a la posición política de que "nacionalidad era la enseña de movilización y lucha contra la dictadura" ... y en consecuencia el PSOE manifestaba su decisión de apoyar 'las legítimas aspiraciones de los pueblos de las diversas nacionalidades ibéricas'".

            De ahí que a los militantes del PSOE no les extrañara nada que en el discurso de investidura del año 1993, después de perdida  la mayoría absoluta de las tres legislaturas anteriores, Felipe González fuera al grano y sin ambages: convencidos de que "los acuerdos estables con otras fuerzas políticas son un requisito necesario para esta nueva etapa política con objeto de superar los retos que la misma plantea... en el curso de las conversaciones mantenidas hemos encontrado bases suficientes para un posible compromiso de gobierno con el Partido Nacionalista Vasco y para compromisos programáticos concretos con Convergència i Unió, que irán desarrollándose en el inmediato futuro, sin cerrar la posibilidad por nuestra parte de una colaboración gubernamental cuando se juzgue oportuno." Y que, como gobierno, se comprometerá Felipe  "a mantener abierto el diálogo con las otras fuerzas políticas que lo deseen" (es decir, con políticos como Jon Idígoras -HB- o Pilar Rahola -ERC-).

            "¡Hombre! -me puede decir quien lea esto-, pero ¡es que no son comparables un Pujol, un Roca o un Arzalluz con un Rufián!". Veamos.

            El domingo 28 de octubre de 1990 José Antich daba cuenta en El País de un extenso documento (20 folios) de Convergència Democrática (CDC) nacido de notas de Pujol y en el que habían participado los consejeros Macià Alavedra (Economía), Joan Guitart (Educación), Joan Vallvé (Agricultura) y Josep Laporte (Sanidad), así como el secretario general de Convergència, Miquel Roca. En dicho documento

            - Se define a Cataluña como "nación discriminada que no puede desarrollar libremente su potencial cultural y económico".                       

        - Se propugna la configuración de una sociedad catalana de claro corte conservador en la que tengan vigencia "Ios valores cristianos" y en la que se fomenten las "fiestas populares, tradiciones, costumbres y trasfondo mítico". Una sociedad a la que se debe sensibilizar sobre la "necesidad de tener más hijos para garantizar su personalidad colectiva".

            - Para todo ello se propone "vigilar la composición de los tribunales de oposición" para todo el profesorado; "reorganizar el cuerpo de inspectores de forma que vigilen la correcta cumplimentación de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza".

                  -  Se considera necesario "incidir en las asociaciones de padres".  

              - También hay que "introducir gente nacionalista (...) en todos los puestos claves de los medios de comunicación". Así como "incidir en la formación inicial y permanente de los periodistas y de los técnicos de comunicación para garantizar una preparación con conciencia nacional catalana". 

                - Promover la creación de organizaciones patronales, económicas y sindicales catalanas, siendo conveniente diseñar "una estrategia para optar a los cargos directivos de las instituciones" financieras.

            - Se debe "incidir sobre la administración de justicia y orden público con criterios nacionales", y revisar los mecanismos de acceso y promoción del funcionariado.

            De este documento Pujol "distribuyó un preborrador a los miembros del Gobierno catalán al inicio de las vacaciones de verano de 1989 con el ruego de que lo leyeran y que, en septiembre, hicieran sus aportaciones."

            En el caso del PNV, donde lendakari y cabeza del partido no coinciden, son suficientemente ilustrativas las declaraciones de Xabier Arzalluz que recoge El País de 7 de abril de 1994: "Yo no espero verla (la independencia). El pueblo vasco, si la quiere, la logrará. Pero aquí hay gentes que no son nacionalistas. Lo que ha de lograr este pueblo es una clara mayoría. Si no la hay, o hay mayoría en otro sentido, será lo que diga el pueblo". Y se mostró partidario de un "Estado vasco dentro de Europa", si bien reconoció que actualmente es imposible porque, dijo, está el Ejército, que garantiza "que no va a haber un desmembramiento de lo que se llama territorio nacional". A su juicio, el artículo octavo de la Constitución, que atribuye a las Fuerzas Armadas la misión de garantizar la soberanía e independencia de España y defender su integridad territorial, "es impresentable".

            No parece que a los nacionalistas catalanes y vascos de 1993 les entusiasmara "España como espacio público compartido organizado como nación".

            El segundo motivo para el sentimiento de orfandad declarado residiría en el ámbito partidario (no sólo en el PSOE, por cierto, sino en todos los partidos, "incluso en C's"), y consistiría en que una insistente apelación a participar se resuelve de hecho en sentido contrario, en verticalidad; la mayor participación que se pregona no se refleja en una realidad participativa ordenada. 

            Oyendo hablar de verticalidad y del escaso papel de las instancias orgánicas intermedias en el PSOE, no podía sino repasar la película de tantos años de militancia en un ambiente, siempre, de cohesión crítica y con cierto ramalazo ácrata característico de una organización tan representativa de España.

            Por lo demás, a mí me choca lo de "orfandad representativa", porque, vamos a ver, ¿no es siempre orfandad la representación de la madre o del padre?, ¿no hay que echar mano de algo (imagen o idea) que los represente precisamente cuando no es posible su presencia? Y, si se trata de la "representación política", dice el DRAE que es "la que ejercen los elegidos en votaciones democráticas que no está sometida a mandato imperativo". Como Felipe González ha demostrado siempre ser demócrata, tengo que concluir  que, sencillamente, no le gusta la representación política de los actualmente elegidos en las votaciones democráticas del PSOE. No hacía falta marear tanto la perdiz.

 

  

jueves, 19 de noviembre de 2020

En el Día Mundial de la Filosofía: la utilidad de lo inútil


 

"La utilidad de lo inútil" es el título del librito-manifiesto de Nuccio Ordine publicado por Acantilado en 2017, y me parece más que apropiado para celebrar o, al menos, recordar que hace unos quince años la UNESCO decidió proclamar DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA el tercer jueves de cada noviembre, y por tanto, en el año 2020, el jueves 19 de noviembre.

Yo aterricé en la vida civil con veintinueve años y dos licenciaturas eclesiásticas: en Teología y en Ciencias Bíblicas. Si me hubiera asentado en la luterana Alemania o en la pérfida Albión, a la hora de buscar trabajo habría podido utilizarlas, al menos, como títulos universitarios habilitantes. Pero en la papista España de Franco, ni siquiera eso. Yo era un especialista de lo inútil. "¿Y eso para qué sirve?", me preguntaban quienes querían conocer mis posibles habilidades.

Todos sabemos que "filosofía" es, en su griego original, lo mismo que amor a la sofía, y suele añadirse que sofía es lo que en español llamamos sabiduría. 

 La RAE nos explica que sabiduría es el "grado más alto del conocimiento", "conducta prudente en la vida o en los negocios", "conocimiento profundo en ciencias, letras o artes" o, más genéricamente, lo mismo que noticia o conocimiento.

Pero, si nos vamos a los griegos, sofía fue antes que nada habilidad manual (en la Ilíada a Hefesto le ha enseñado Atenea la sofía del constructor de navíos), y luego habilidad poética; más adelante asciende a sabiduría o ciencia y, en particular, conocimiento de las causas, para volver por último al terreno de lo ordinario convertida en sabiduría práctica o, también, astucia.

La sapiencia de los latinos, de donde proviene directamente nuestra sabiduría, comparte con la sofía griega un étimon indoeuropeo (sop-/sap) que significa algo así como "jugo de las cosas". Si a los griegos les atrajo de entrada, como se ha visto, su manejo, el latino va antes que nada a disfrutarlo, principalmente por el gusto y el olor: saber es sacar el jugo a las cosas; saborear. O, también, la facultad misma del paladar. Luego pasa a significar sabiduría, prudencia, buen juicio (que es lo que Cicerón dice admirar en un amigo suyo); y Plinio muestra el deseo de "per sapientiam mori", morirse con pleno conocimiento. 

Para este año la UNESCO cree que el Día Mundial de la Filosofía debería llevarnos a:

1) Alentar el análisis, la investigación y los estudios filosóficos sobre los grandes problemas contemporáneos para responder mejor a los desafíos con que se enfrenta hoy en día la humanidad.

2) Sensibilizar a la opinión pública sobre la importancia de la filosofía y su utilización crítica en las elecciones que plantean a múltiples sociedades los efectos de la mundialización o la incorporación a la modernidad.

3) Hacer un balance de la situación de la enseñanza de la filosofía en el mundo, insistiendo particularmente en las dificultades para su acceso.

4) Subrayar la importancia de la generalización de la enseñanza filosófica para las generaciones futuras.

5) Renovar el compromiso regional, subregional e internacional en favor de la filosofía.


Cuando voy con mis nietos más pequeños, Martín y Sabina, de cinco y tres años, lo que más hacen es preguntar. Me imponen su lección de filosofía.

 

 

 

 

 

martes, 17 de noviembre de 2020

Cabreo republicano y fraude electoral

 Hace ahora doce años, había ganado Obama, y Lindsey Graham, senador republicano de Carolina del Sur, no se anduvo con chiquitas: "No generamos suficientes blancos cabreados como para seguir en el negocio a largo plazo".         Resumía así el apocalipsis demográfico que se había abatido sobre el Partido Republicano: el presidente negro les había sacado una diferencia de 8.5 millones de votos, y se había quedado con un total de 15 millones de nuevos votantes. Al "puto negro" lo habían votado el 66 % de los hispanos, el 62 % de los asiáticos, el 56 % de las mujeres, el 66 % de los votantes menores de 30 años y el 95 % de los afroamericanos (negros). Lo de estos últimos era de esperar, pero no estaba prevista su tasa de participación que, por primera vez en la historia, casi había igualado a la de los blancos. Y, para colmo, Obama se había quedado con una parte importante del voto blanco de John Kerry en 2004: jóvenes y pobres, sobre todo; la afluencia a las urnas de personas con ingresos de menos de 15.000 dólares al año saltó de un 18 % en 2004 a un 34 % en 2008. El número de votantes blancos se había mantenido más o menos el mismo que en 2004, pero ahora habían acudido a las urnas 2 millones más de afroamericanos, 2 millones más de hispanos y 600.000 asiáticos más.

Asustado, el director de la conservadora National Review, Rich Lowry, se preguntaba: "¿Pero dónde se han metido los republicanos?, ¿es que se han trasladado todos a Utah?". 

La vía de solución, la señaló desde el principio, y sin tapujos, Paul Weyrich, un activista conservador y fundador del American Legislative Exchange Council (ALEC): "Yo no quiero que vote todo el mundo", y advertía enseguida que "el apalancamiento del Partido Republicano en las elecciones mejora claramente a medida que baja la población votante".

ALEC tomó entonces la iniciativa de redactar normas-modelo de identificación del votante que con tanta corrección como impiedad dificultaran el voto a los negros y a otras minorías. Sencillamente, había que suprimir votantes legalmente. Y los Estados empezaron a legislar en esa dirección. 

Al mismo tiempo, de modo parecido a como desde su "Southern Strategy" el Partido Republicano había equiparado, sobre todo en el tema de las drogas, a negro con delincuente, y a negro delincuente con demócrata, comenzaría ahora a relacionar a demócratas con afroamericanos y generalización del fraude electoral.

El objetivo era, como manifestó en 2012 un partidario del candidato republicano Mitt Romney, "volver a poner a un blanco en la Casa Blanca".

En este contexto uno de los cambios más onerosos, aunque suena a inocuo, es el requisito de una identificación fotográfica del votante emitida por el gobierno del Estado. El Brenan Center for Justice calcula que "hasta un 12 por ciento de votantes elegibles en toda la nación pueden no tener documento de identificación fotográfica emitido por el gobierno", y que "probablemente ese porcentaje es más alto entre estudiantes, ancianos y personas de color". De hecho un informe conjunto de la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People) y su Legal Defense and Educational Fund subrayó el "alarmante" impacto de la norma: el requisito de identificación eliminaba a más de 6 millones de votantes afroamericanos y a casi 3 millones de latinos. En números redondos, un 25 % de los votantes negros y un 16 % de los votantes latinos; mientras que "solamente un 8 % de votantes blancos carecen de identificación fotográfica emitida por el gobierno válida".

Las leyes de Georgia son ilustrativas del impacto de una medida de esta clase. El Estado exige tres categorías diferentes de documentos para una identificación fotográfica emitida por el gobierno. La primera es la prueba de ciudadanía, que requiere en una abrumadora mayoría de casos o un certificado de nacimiento o un pasaporte, cuyo coste (para el trabajador pobre, en torno al 10 % del salario de un mes) los aleja del alcance de muchos. Hasta un total de 13 millones de ciudadanos americanos no tienen acceso inmediato a documentos de ciudadanía, según informes del Brenan Center, y el fenómeno guarda una marcada correlación con las minorías, los pobres y los ancianos. En segundo lugar, Georgia exige el número de seguridad social del posible votante, que es o la tarjeta misma o un W-2 (certificado de nómina e impuestos), que implica un empleo. Ahora bien, en 2011 el desempleo negro en Georgia era del 11.4 %. En la capital Atlanta casi una cuarta parte de los afroamericanos estaba desempleada, frente a un 3.1 % de los blancos. Por consiguiente, contar con un W-2 tiene unas implicaciones raciales importantes y del todo obvias. Finalmente, como prueba de residencia Georgia exige dos envíos postales con dirección: por lo general, un extracto bancario y una factura de servicios públicos. Pues bien, más del 20 % de los afroamericanos, frente al 3 % de los blancos, carece de cuenta bancaria. Y, básicamente por razones económicas, casi el 6 % de las familias estadounidenses vive en hogares multigeneracionales; es el caso especialmente  de afroamericanos, jóvenes de menos de treinta y cinco años, asiáticos y latinos. En las facturas de servicios públicos sólo aparece un nombre, y por tanto todos los demás adultos tienen difícil probar que efectivamente viven en el domicilio señalado. 

El gobernador republicano de Wisconsin Scott Walker tomó otro rumbo: después de promover una ley exigiendo la identificación fotográfica emitida por el gobierno para votar, procedió a cerrar las oficinas del Departamento de Vehículos Motorizados (algo así como nuestra DGT) encargado de emitirlas, en áreas de votantes demócratas, y a la vez amplió el horario de las mismas en las plazas fuertes republicanas.

También Alabama promulgó una ley de identificación del votante en 2011 y a continuación determinó cerrar oficinas del Departamento de Vehículos Motorizados en los condados de su Cinturón Negro. A la vista del escándalo que se armó a nivel nacional, el gobernador Robert Bentley se avino a abrirlas al menos un día al mes.

Otra táctica de privación de derechos consiste en hacer lo posible por eliminar o recortar el voto anticipado, esencial para los que no pueden abandonar el trabajo un martes para ir a votar, como sucede a quienes tienen que fichar o al que no se dispone más que de una hora para el lunch y trabaja a kilómetros del lugar de residencia y, por tanto, de votación. Y más, teniendo en cuenta que en las elecciones de 2008 se habían registrado esperas de seis a doce horas en la cola para votar, y más largas todavía en los recintos de afroamericanos y latinos. De modo que el voto anticipado suponía una solución importante y de éxito demostrado; pero éste era el problema.

         En 2011 el nuevo gobernador de Florida Rick Scott, escudándose en que por la integridad de las urnas y de la democracia había que poner más difícil el "fraude electoral", no sólo redujo el voto anticipado de dos semanas a ocho días, sino que anuló también la posibilidad de votar el domingo inmediatamente anterior a la jornada electoral. Estaba calculado. En todo el Estado más de un tercio de los que votaron ese domingo en 2008 fueron negros. Y en el condado de Palm Beach más del 60 % del voto anticipado fue de afroamericanos, muchos de los cuales habían tomado el autobús nada más salir de la iglesia para ir a echar sus papeletas.

         Utilizada años antes en Arizona, otra herramienta de privación de derechos consistió en enviar correos masivos a los barrios de minorías, esperar la devolución de las tarjetas marcadas con "devolver al remitente", cotejar esos nombres con las listas públicas de electores y exigir entonces su purga de las listas. En las elecciones de 2012 muchos electores descubrieron que no podían votar al llegar al lugar de votación y comprobar que sus nombres habían desaparecido de las listas por este procedimiento. En Florida, una vez pasada la elección, el Secretario del Estado halló que en vez de los 180.000 nombres eliminados por este procedimiento sólo tenían que haber sido purgados de la lista 85 nombres.

Para 2014 como mínimo 22 Estados habían aprobado normas de restricción de votantes: todas, bajo el disfraz de proteger la "integridad" de las urnas y la democracia; y todas, con la intención de limitar y frustrar el ejercicio de voto de los negros y de otras minorías.

 

 

Nota: En estos días en que (al margen de las barbaridades de Trump) a muchos nos interesa tanto como nos intriga la dificultad de los americanos para contar los votos válidos de sus últimas elecciones, me ha parecido conveniente extraer datos y consideraciones relevantes del capítulo 5 ("How to Unelect a Black President") del libro de Carol Anderson "White Rage. The Unspoken Truth of Our Racial Divide". New York etc., Bloomsbury, 2016.

sábado, 24 de octubre de 2020

Casado, Reagan y las drogas


 

         El pasado jueves 22 de octubre Casado, aspirante a gallo exclusivo en el gallinero de la derecha, sacó todo tipo de espolones contra el gallito Abascal. Al final de su contrarréplica, como para resumir la desagradecida mala interpretación que éste había hecho del sentido de la formación política de la que viviera quince años, le espetó el siguiente párrafo (www.congreso.es; la transcripción es de mi exclusiva responsabilidad): 

         "A usted, que le gusta Reagan como a mí, acuérdese cuando hablaba que la política ya no son dos vectores, ya no hay derecha e izquierda, hay arriba y abajo. Pero no abajo la lucha del proletariado y arriba las clases que algunos preconizan porque no han aprendido de quedar sepultados en los cascotes cuando cayó el muro de Berlín; no, es el abajo del intervencionismo, del colectivismo, de esa sociedad cerrada, acomplejada, rencorosa, y ese arriba de una sociedad libre, de una sociedad que aspira a ser mayor que el Estado, que aspira a que no le digan lo que tiene que hacer, que aspira a poder avanzar y que ayudando a su familia, levantando la persiana, tirando adelante para pagar a sus trabajadores no se da cuenta que está contribuyendo a su país y también a la Unión Europea y a su Comunidad."

         Me llamó la atención la cita de Reagan.

         En su obra "White rage. The unspoken truth of our racial divide" (Bloomsbury Publishing, 2016) la profesora Carol Anderson recorre la historia norteamericana señalando las escandalosas reacciones que siguieron a los costosos avances de la minoría afroamericana. Entre las últimas, frente a los avances del Movimiento por los Derechos Humanos y la Voting Rights Act de 1965, la conocida como "Guerra de las drogas".

         Me voy a limitar a traducir (prescindiendo del aparato crítico), para quienes lean esto, lo que en la citada obra se dice de la intervención de Reagan y su administración en esta guerra, de modo que podamos entender mejor lo que pregona Casado sobre el "abajo del intervencionismo, del colectivismo, de esa sociedad cerrada, acomplejada, rencorosa, y ese arriba de una sociedad libre, de una sociedad que aspira a ser mayor que el Estado":

         

            "En 1979, después de que una coalición de nicaragüenses moderados y marxistas derrocara al despiadado dictador y durante mucho tiempo aliado de Estados Unidos Anastasio Somoza, llegaron al poder en Managua los comunistas sandinistas. Reagan no lo consideró una revolución interior nacida de unas condiciones intolerables de codicia, tortura y violaciones de los derechos humanos. No; estaba convencido de que los sandinistas no eran más que títeres soviéticos movidos por Moscú para promover la revolución en el patio trasero de América. Por eso se obsesionó con eliminar a los sandinistas.

            Poco después de tomar posesión, Reagan ordenó al director de la CIA William Casey hacer lo que hiciera falta para apoyar a un pequeño grupo de guerrilleros antisandinistas conocidos como Contras, la mayoría de los cuales provenían de la temida y odiada Guardia Nacional de Somoza. El 23 de noviembre de 1981 Reagan emitió una directiva para canalizar a los Contras a través de la CIA 19.3 millones de dólares. Pero no era suficiente, argumentó Enrique Bermúdez, el fundador del grupo guerrillero. Necesitaban mucho más. En diciembre de 1981 "Reagan firmó una orden secreta autorizando la ayuda a la Contra con el objetivo de echar a los sandinistas". El único problema era dónde mandar esos fondos; la orden simplemente indicaba los límites dentro de los que los presupuestos de la CIA y del National Security Council (SNC) podían contribuir a la financiación de la Contra. El Congreso en aquel momento, quemado con la debacle de Vietnam, no estaba como para que jugaran con su bolso.

            Y así, en un encuentro de diciembre de 1981 los líderes de la Contra, a los que Reagan se refirió como el "equivalente moral de los Padres Fundadores", lanzaron la idea de que el tráfico de cocaína en California produciría suficientes beneficios como para armar y entrenar a la guerrilla antisandinista. Con la mayor parte de la red ya creada, el plan era bastante sencillo: estaban los cárteles de Medellín y Cali en Colombia; los aeropuertos y el blanqueo de dinero en Panamá dependían del presidente Manuel Noriega; se sabía la ausencia de vigilancia por radar para que aterrizaran en Costa Rica los primeros depósitos transportados; y en la base aérea de Ilopango, a las afueras de San Salvador, había armas y almacenes de drogas. El problema estaba en la imposición de la legislación estadounidense que protegía los puntos de entrada clave a un mercado lucrativo. Pero con la CIA y el NSC dispuestos ahora a intervenir y mantener bajo control al FBI, al Servicio Aduanero de Estados Unidos y a la DEA (Drug Enforcement Administration), la antes formidable línea defensiva se quedaba en un estorbo poroso. El "equivalente de los Padres Fundadores" de Reagan estaba ahora dispuesto a inundar los Estados Unidos de cocaína.

            Para empezar, los exilados nicaragüenses Oscar Danilo Blandón y Norwin Meneses, cuyo sobrenombre era El Rey de las drogas, montaron sus operativos mayoristas en San Francisco. Pero, aunque tenían ya el producto, no contaban todavía con una red de distribución para trasladar a los mercados minoristas el envío inicial de cocaína. El circuito sólo se cerró cuando conectaron con Rick Ross, un hombre negro analfabeto pero emprendedor que se convirtió en el canal entre los corredores de droga de la Contra y las pandillas Bloods y Crips de Los Ángeles.

            El resultado fue del todo explosivo. De los mayoristas de la Contra salía empaquetada cocaína de primera calidad que, vendida en pequeñas pelotas de crack, alcanzaba un beneficio minorista de más de 230.000$/kilo. Entonces el dinero de la droga y toda la violencia concomitante machacó a una población con un índice de paro de dos dígitos y salarios en disminución real.  La fuerza logística de Bloods y Crips, con un total estimado de más de cincuenta mil pandilleros, fue extendiendo el dolor conforme se establecían franquicias de droga por todo Estados Unidos vendiendo crack en menú de dólares. Pronto el crack estuvo por doquier, debilitando las bases de los barrios negros.

            Mientras la recién creada crisis de las drogas amenazaba la seguridad de millones de afroamericanos, la administración centró sus esfuerzos en facilitar a los rebeldes un mayor acceso a armas compradas con dinero negro. El vicepresidente George H.W. Bush (ex director de la CIA) y su asesor de seguridad nacional Donald Gregg (ex agente de la CIA), trabajaron con William Casey para poner en marcha un programa llamado Black Eagle (águila negra), ideado para burlar al Congreso y proporcionar armas a la Contra. Una vez solidificados los conductos logísticos, quedó claro que Manuel Noriega resultaba esencial para la operación. En una serie de negociaciones top-secret funcionarios estadounidenses pusieron a punto derechos de aterrizaje en aeropuertos panameños para los aviones de Black Eagle con transporte de armas para la Contra y la utilización de compañías panameñas para el blanqueo de dinero.

            Noriega, que contaba ya con una participación en el cártel de Medellín de 400 millones de dólares, se percató de la rentabilidad de este trato con la Casa Blanca y comenzó a desviar al Sur de Estados Unidos aparatos y pilotos de Black Eagle para los vuelos de transporte de droga. La respuesta de la administración Reagan frente a lo que debía haber sido considerado como una afrenta diplomática -especialmente después de que el Presidente fichara a George H.W. Bush para dirigir las actividades contra la droga en el Sur de Florida- fue hablar y meter ruido. Exigió, sencillamente, al presidente panameño destinar un porcentaje de sus beneficios con la droga a la compra de más armas para los Contras.

            De este modo, aunque Reagan presumió ante el público americano de utilizar recursos militares de los Estados Unidos "para bloquear la droga antes de traspasar las fronteras de otros países", la protección de su gente a Noriega y a los traficantes colombianos permitió de hecho, activamente, importaciones de cocaína a Estados Unidos que se dispararon en un 50 por ciento en tres años. Sólo la parte del cártel de Medellín fue de un billón de dólares al año en ventas. La protección de la administración Reagan a los traficantes de droga dio todavía un paso más cuando en 1982 la CIA obtuvo del Departamento de Justicia la aprobación para guardar silencio en cualquier "expediente" clave de la agencia que tuviera que ver con la manipulación, el transporte o la venta de narcóticos.

            Esta red de protección de la Casa Blanca de los principales traficantes de droga actuó a fondo después de que el Congreso, por una serie de enmiendas en 1982 y 1984, cortó todos los fondos para la Contra y prohibió apoyo material y financiero de Estados Unidos para derrocar el gobierno de Nicaragua. Sin inmutarse ante la ley, la administración Reagan, simplemente, puso en marcha fuentes de ingreso alternativas e ilegales que ya tenía previstas: beneficios con droga y venta de armas a Irán. El teniente coronel Oliver North, director adjunto del NSC, procedió a poner en marcha esta operación que, más amplia y más dinámica, pronto reemplazaría a la Black Eagle de Bush."

 

lunes, 5 de octubre de 2020

El manifiesto, la necropolítica y un recuerdo

 

 

"En la salud, ustedes mandan pero no saben"

Manifiesto

de 55 sociedades científicas que representamos a más de 170.000 profesionales sanitarios.

1. Acepten, de una vez, que para enfrentarse a esta pandemia las decisiones dominantes deben basarse en la mejor evidencia científica disponible, desligada por completo del continuo enfrentamiento político. 

2. Acepten, de una vez, la necesidad de una respuesta coordinada, equitativa y basada exclusivamente en criterios científicos claros, comunes y transparentes. 

3. Aquí y ahora, la lentitud burocrática en resolver temas legales, técnicos y administrativos sólo consigue agravar las soluciones. Frenen ya tanta discusión y corran a la acción. 

4. Necesitamos un protocolo nacional que, sin perjuicio de actuaciones territoriales diferenciadas, establezca criterios comunes de base exclusivamente científica, sin la menor interferencia ni presión política. 

5. Estos criterios, exclusivamente sobre salud y con pautas comunes de actuación, deben definir normas generales de prevención, manejo de los pacientes afectados, estrategias de rastreo de los contactos y la gestión de los centros socio-sanitarios.

6. Son ustedes, como políticos, quienes además de garantizar el principio de igualdad de todos los españoles en las estrategias preventivas y los recursos sanitarios, deben crear ya una reserva estratégica nacional de material destinado a la prevención y al tratamiento de todos los afectados. 

7. Sólo las autoridades sanitarias, sin ninguna injerencia política, deben ser quienes establezcan las prioridades de actuación con respecto a otras enfermedades, cambios organizativos y previsiones adecuadas a cualquier patología, sea cual sea la edad de los pacientes y su nivel socio-económico. 

8. Hoy, la atención a la salud exige flexibilidad y actualización en el manejo de los recursos sanitarios. Y esto, tan decisivo, sólo se puede gestionar y llevar a cabo desde el profundo conocimiento de las ciencias de la salud unido al verdadero compromiso de incrementar los recursos para investigación, muy inferiores a los de los países de nuestro entorno. 

9. En nombre de más de 47 millones de españoles, ustedes y sus familias incluidos, tenemos que cambiar ya tanta inconsistencia política, profesional y humana. 

10. Las sociedades científicas, en todos los ámbitos de la salud, ofrecemos nuestros conocimientos.  

Dos consideraciones, las dos de orden lingüístico:

         1/ El DRAE dice que manifiesto es un "escrito en que se hace pública declaración de doctrinaspropósitos o programas". Pues bien, sólo el punto 10 me ha parecido propio de un manifiesto: "las sociedades científicas ... ofrecemos nuestros conocimientos".

         2/      Según el mismo DRAE ciencia es un "conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente". Tratándose de sociedades "científicas", me ha extrañado no hallar en ninguno de los puntos del manifiesto un proceder mínimamente científico de observación, razonamiento o estructuración sistemática del comportamiento de gobernantes y, más en general, de políticos (que es en lo que se centran), con el propósito de deducir principios con que promover o combatir conductas (como tocaría en la ciencia moral pertinente) de acción pública.

         El editor de El País debió quedarse de una pieza al leerlo, y para hacer digerible la presentación del documento utilizó este calzador: "Seguramente, el detonante para este escrito es el rifirrafe al que los españoles han asistido casi en directo entre el Gobierno Central y la Comunidad de Madrid para establecer unos umbrales mínimos con los que confinar los municipios más afectados y restringir más aforos y relaciones sociales." No es científico, por lo demás, el tenor del punto 9: en nombre, nada menos, que de "más de 47 millones de españoles".

         Pero sí, somos muchos, efectivamente, los españoles que asistimos preocupados a esta pugna no "entre el Gobierno Central y la Comunidad de Madrid" sino del PP y de su buque insignia en Madrid contra el Gobierno de España. Y esa pugna tiene una base ideológica, programática, de la que es posible escribir científicamente. Es lo que ha hecho en el artículo "Necropolítica" Javier Segura del Pozo, Jefe del Servicio de Prevención, Promoción de la Salud y Salud Ambiental del Instituto de Salud Pública (https://conversacionsobrehistoria.info/2020/10/02/necropolitica/).

         Y acabo dejando constancia de una experiencia personal: la Delegación del Gobierno de España en Castilla-La Mancha está en la Plaza de Zocodover de Toledo, en pleno corazón del casco histórico de la ciudad. Una mañana me avisaron, como Delegado, de que unos operarios habían quitado los dos discos con la señal de "Zona de seguridad" que advertían de la prohibición de aparcar en la fachada principal del edificio. Comprendí enseguida el titular que el mismo día aparecía en las tripas locales de un diario de tirada nacional, y que más o menos decía: "Desde hoy los toledanos podremos aparcar en el Gobierno Civil". Los operarios que habían quitado las señales eran del Ayuntamiento, gobernado entonces por el PP. Solucioné el problema (entonces la amenaza de ETA estaba "científicamente" constatada; lo confirmarían más tarde los papeles de Bidart) con la urgencia y la firmeza que las leyes ponían en mis manos. No hubo pelea, ni se prolongó el rifirrafe. Pero la acción de aquel alcalde estaba basada en la convicción política de que el Estado sólo es legítimo si lo gobiernan los míos. Así se lo habían enseñado o así lo había oído. Es un contexto científicamente demostrable, como prueba este vídeo https://youtu.be/GUy4fwKSLzc




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         

 

         

 

 

lunes, 28 de septiembre de 2020

El pandemonio de Muñoz Molina

Ayer domingo 27 de septiembre publicó Antonio Muñoz Molina en El País un artículo que me causó honda impresión. Su título era "La otra pandemia", y el resumen que lo seguía rezaba: "La política española es tan destructiva como el virus. Contra éste llegará una vacuna, pero contra el veneno español no parece que haya remedio. Si no hacemos algo, esta gente va a hundirnos a todos".

La autoridad, e incluso admiración, literaria no me ciega como para no someter a crítica lo que leo. Por eso después de aquella honda impresión me puse a destripar lo que encerraban palabras en general tan propias y bien trabadas.

Hace unos años el sociólogo, filósofo y catedrático Ignacio Sánchez-Cuenca publicó un estudio que recomiendo: una singular forma de crítica textual consistente en reunir textos de opinión de personas reconocidas por la calidad literaria de sus escritos y cotejar con la realidad y lo que dicen los expertos las opiniones por ellas vertidasÉsteIgnacio Sánchez-CuencaLa desfachatez intelectuaL: Escritores e intelectuales ante la políticaLos libros de la catarata, 2016.


Uno de los autores que Sánchez-Cuenca somete a su bisturí crítico es Antonio Muñoz-Molina, que, además de tocas temas políticos en sus artículos de opinión de El País, en 2013 había publicado "Todo lo que era sólido", texto directamente dedicado a la crítica de la situación española y de nuestros políticos. A modo de resumen el profesor desvela así lo que le ha deparado su recorrido: "Las opiniones políticas de los Savater, Cercas, Muñoz Molina, JuaristiAzúa, Vargas Llosa, Marías, Espada, etc. tienen a estas alturas algo de pintoresco. Siempre es agradable leer su prosa, resulta entretenido estar al tanto de sus obsesiones, pero es difícil tomárselas muy en serio cuando hablan de política."

De Muñoz Molina es interesante ver cómo encaró, por ejemplo, el que sería detonante (nunca mejor dicho) del final de ETA (otra pandemia)"Se confirmaron mis peores barruntos, el sentimiento de vejación de ver un país entero dependiendo de individuos con capuchas... Esas actrices que repartían flores como si repartieran esperanza... ¡La esperanza no me la dan los pistoleros! Toda la situación que ha precedido a este atentado me ha parecido vejatoria para la dignidad democrática del país. Sentí eso: la humillación de un Estado que ha sabido tener dignidad". Sánchez-Cuenca comenta: "La reflexión de Muñoz Molina tras el atentado de la T-4 fue especialmente interesante por situarse en un registro puramente moral".

En 2006 empezó a adueñarse de la vida pública (y, sobre todo, publicada) española la pandemia de la crisis económica: "A base de denuncias de constructores horteras -comenta el autor de "La desfachatez intelectual"-, funcionarios indolentes, políticos zafios e intelectuales acomodaticios Muñoz Molina establece una complicidad con el lector, que si está leyendo el libro ("Todo lo que era sólido") es porque en última instancia se ve a sí mismo como una víctima más de la mediocridad circundante que se ha apoderado del país; sólo están a salvo los lectores del libro, esos ciudadanos que, como Muñoz Molina, son insobornables y conservan la capacidad para escandalizarse frente a una sociedad que se ha dejado corromper o que ha transigido con la corrupción. En este sentido el libro a mí no me pareció 'valiente': lejos de ir a contracorriente , da respetabilidad intelectual al clima de opinión dominante según el cual toda la culpa de nuestros males es de los políticos. Valiente, en este contexto, habría sido alzarse contra los tópicos asfixiantes sobre la política que se han establecido en España, no darles carta de naturaleza."

Y, por último, también en aquellos años de la crisis, pero esta vez volviendo su mirada a la política de recuperación de la memoria histórica, Muñoz Molina llega a decir: "En 2006, las noticias más urgentes eran casi siempre acerca del pasado. Excavaciones de fosas de ejecutados e indagaciones judiciales sobre verdugos muertos 30 ó 40 años atrás ocupaban aquella extraña actualidad en la que el presente casi no existía sino como reiteración fantasmal de las confrontaciones sanguinarias de hacía tres cuartos de siglo"La exageración le sirve a Muñoz Molina -concluye Sánchez-Cuenca- para construir una tesis abracadabrante: a saber, que la razón por la que nadie vio la crisis económica que se nos venía encima fue que todo el mundo andaba pendiente del debate sobre la guerra civil y el pasado.

Situado en este contexto crítico, escrutador, he vuelto a leer "La otra pandemia", y voy a reproducir algunos párrafos y a comentarlos brevemente.

(1) "España es un país de discursos sonoros y de teléfonos oficiales queno contestan nunca, de asesores innumerables y centros de salud en los que falta material sanitario y hasta de limpieza, de dirigentes políticos que prometen el paraíso de la independencia o la igualdad y médicos que para subsistir han de firmar contratos de una semana o de un día."

(2) "Médicos, enfermeros, limpiadores, repartidores de comida, reponedores de supermercados, policías, militares, cuidadores en residencias de ancianos, profesores, farmacéuticos: el número y la calidad de las personas que entregaron sus vidas haciendo trabajos esenciales durante los días más oscuros del confinamiento nos dan confianza en la solidez de nuestro país".


Me llama muchísimo la atención que un país formado por personas como las del párrafo (2), que "nos dan confianza en la solidez de nuestro país", logren el desastroso y desanimante resultado que refleja el párrafo (1) a la hora de fajarse con su vida pública, con lo que es de todos.

 

"Pero la clase política española, los partidos, los medios que airean sus peleas y sus bravatas, viven en una especie de burbuja en la que no hay más actitud que la jactancia agresora y el impulso de hacer daño, y el uso de un vocabulario infecto que sirve sobre todo para envenenar aún más la atmósfera colectiva, para eludir responsabilidades y buscar chivos expiatorios, enemigos a los que atribuir las culpas de todos los errores."

No se me ocurre más que aquello de que "quod nimis probat nihil probat", lo que demasiado prueba nada demuestra.

 

"A quienes más se parecen ahora los independentistas catalanes en su insolidaridad y en sus ganas de gresca y de aprovechamiento del desastre es a los patriotas españolistas que malgobiernan la Comunidad de Madrid. A unos y a otros, el daño que puedan hacer al Gobierno central les importa más que el perjuicio de todos. Y en el Gobierno mismo, mal avenido y desnortado, los bocazas y los irresponsables entorpecen el trabajo de los que sí saben lo que hacen.


La Comunidad de Madrid tiene el ritmo de contagios más alto del mundo y su pomposo vicepresidente inaugura un dispensador de gel hidroalcohólico en una estación de metro. Ciento cincuenta científicos de primer rango publican en TheLancet un manifiesto en el que solicitan que las administraciones españolas hagan un examen completo, riguroso e independiente de la gestión de la pandemia en nuestro país. El manifiesto aparece a principios de agosto, cuando la curva de contagios ya está ascendiendo: ni una sola institución se hace eco; a mediados de septiembre, y solo después de que se publique un segundo manifiesto más alarmado todavía, el ministro de Sanidad propone a los científicos un encuentro para octubre. Se ve que no hay prisas."

 

Por fin parece que el autor va aterrizar y perimetrar los males del país para a continuación indicar algunas vías de remedio. Lasciate ogni speranza: si algunas cosas de la Comunidad de Madrid van mal, ahí está el Gobierno  "mal avenido y desnortado" y desobediente al doble manifiesto de The Lancet para redirigirnos hacia la verdadera "otra pandemia". 

¡Menos mal que quedamos los buenos!

"No sé, sinceramente, qué podemos hacer los ciudadanos normales, los no contagiados de odio, los que quisiéramos ver la vida política regida por los mismos principios de pragmatismo y concordia por los que casi todo el mundo se guía en la vida diaria. Nos ponemos la mascarilla, guardamos distancias, salimos poco, nos lavamos las manos, hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos. Si no hacemos algo más esta gente va a hundirnos a todos."


Ahora vuelvo a mi vida de jubilado, y me encuentro con que el escritor Antonio Muñoz Molina no me ha dado ni una pista sobre ese algo al que él condiciona que "esta gente" no nos hunda a todos. ¿No es raro que diagnóstico tan fino y preocupante no acabe en tratamiento alguno?