lunes, 21 de diciembre de 2020

Mi caballo murió, mi alegría se fue

  

Para aclararle cómo conoció las tradiciones de Valverde, Diego Romero le canta a su hijo que él conoció "a una mujer divina que al cantar una habanera", con el pecho henchido y sin que cupiera distinguir entre música y letra, cantaba/decía:

            "Cuando cantes una habanera,

            no te importe si tu garganta

            las notas canta o no canta.

            Cuida, hijo, que la habanera

            se haga dueña en tu reunión

            poniendo en ella, más que garganta,

            el fuego ardiente del. corazón".

Creo que no se puede definir mejor lo que mis hermanos y yo vivimos desde pequeños en reuniones en la casa de mis padres, y que (ahora que está cerca la Navidad) volvía a repetirse mágicamente, mientras fue posible, cada año después de la Misa del Gallo en la casa de Diego y Ana María en el Pie de la Torre. Es una vivencia, por lo demás, que cada uno hemos llevado y trasplantado indefectiblemente a los ambientes en que nos hemos movido. 

Me conmovió mucho un vídeo de hace unas semanas que, con el título "Siente Valverde 10: La habanera", daba cuenta, en un guion lógicamente perfectible, del origen de la habanera misma y de su presencia y arraigo en Valverde, de la afición y educación musical de mi hermano Diego y de su contribución (también de otras personas) al cultivo y desarrollo de la habanera en el pueblo, así como de los esfuerzos que en éste se dan para que la tradición se mantenga y traslade a las generaciones siguientes.

Por las razones que apunto en el primer párrafo, ni el tema ni el vídeo podían dejarme indiferente. Entre las 467 visualizaciones del vídeo que el sistema registra (domingo 20 de diciembre a las 17.00h), entre ocho y diez son mías. Me siento implicado, y creo de razón que comparta con quien esto lea (siempre gente amiga) las sensaciones que he tenido.

A "la mujer divina" que todo el mundo me ha dicho que daba gloria oir cantar en la iglesia, y a la que mi hermano el mayor atribuye (poéticamente) el consejo sobre la habanera, a ella, yo no la recuerdo cantando en la iglesia ni entonando habaneras; la escucho cantando, en casa, "Mi caballo murió, mi alegría se fue"  (por cierto, un tango que tiene el privilegio de ser citado por Jean Paul Sartre en  L'âge de raison, aunque, literalmente, como "Caballo mio murio"). Y, seguramente por lo del caballo, veo a la vez a mi madre contenta con su ida a Sevilla para ver rejonear a Conchita Cintrón. Disparate caprichoso de mi memoria, porque Imperio Argentina lloraba en su tango a un "caballo pampero... que, si un compadre me insultaba, amigos, se enardecía, y su mirada brillaba como brillaba la mía". 

Pero sí es verdad que en mi casa se cantaba con frecuencia, se cantaba en reunión y se cantaban habaneras y canciones de Valverde; me acuden los títulos en aluvión: "Al pie de una verde palmera", "Al pie de unos abedules", "Estas lindas canciones", "Sal, mi bella pescadora", "Como sabes que te quiero", "Niña del pelo rubio", "En noche lóbrega galán incógnito", "Por ti suspira mi pecho amante", "Dime, niña, si pequé", "Alivia mi afán", "Al despertar las flores en la mañana",  "Siempre a la aurora", "Vizcaya es un bello jardín". Y villancicos, y el rosario de la aurora. Y sevillanas. Y pasodobles, y tanguillos y rumbas ... y coplas de murga.

El acompañante y animador por excelencia era mi tío Ildefonso Valero, que visitaba regularmente a su "chacha", mi abuela Manolita, y sentado al piano alentaba al cante. En momentos especiales, con el panel inferior del instrumento abierto contra sus rodillas.

En 1985 me tocó recabar el voto de otros países para Barcelona 92. En La Habana, me acerqué en el momento del café al pianista que amenizaba la comida semioficial en el reservado del hotel, y le pedí alguna habanera. Siempre había escuchado que de allí habían llegado a Valverde. Para mi sorpresa, aquel hombre me dijo que no se cantaban ni tocaban habaneras en Cuba; pero, "¡Cómo no, compañero!",  con "plaser" me acompañó a cantar "Al pie de una verde palmera" y alguna canción más.

Me ha extrañado mucho que en el vídeo no se haga mención alguna de don Manuel Lama, el primer maestro de música titulado con plaza oficial en Valverde, que ejerció gran influencia en la vida musical del pueblo, también en la formación de mi hermano Diego, y en la transcripción y fijación musical de buena parte del cancionero, sostenido hasta entonces solo en la tradición oral.

Aunque, lógicamente, he disfrutado con las interpretaciones de mi sobrino Fernando y de los hermanos Garrido (que, además, según me dicen, son nietos de Antonio, que siempre me llamó "pariente" y como tal me trató), yo creo que mi propio hermano Diego habría animado al guionista a incluir una "reunión" con la habanera como dueña por obra de unos cuantos que, sin importarles si "su garganta las nota canta o no canta", ponen en ella "el fuego ardiente del corazón". 

 

 

 

 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta tío, una corrección. Los hermanos Garrido son hijos de José María Garrido. Un abrazo muy fuerte.

Daniel Romero dijo...

Gracias por la corrección del error, hijo ¡ay! de mi dilatada ausencia