domingo, 13 de agosto de 2023

Lo que no nos cuenta “Oppenheimer”

 El 16 de julio de 1945 el ser humano llevó a cabo su primera explosión nuclear: con la prueba de Trinity en el campo militar de Arenas Blancas (White Sands), Nuevo Méjico, Norteamérica culminaba el “proyecto Manhattan” acordado para el desarrollo de armas nucleares al final de los años treinta (https://YouTube.be/7dfK9G7UDo).

En contra del relato impuesto, el área del sur de Nuevo Méjico donde tuvo lugar la prueba no estaba toda deshabitada; vivían allí, en un radio de 80 kilómetros, más de 13.000 personas, que, después de creer que estaban viviendo el fin del mundo sin que nadie les hubiera avisado de nada, sufrieron en los días siguientes una lluvia de cenizas contaminadas con plutonio. Según un estudio llevado a cabo en 2010 por los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), los niveles de radiación en algunos de aquellos parajes habitados fueron casi 10.000 veces superiores a los que hoy se consideran permitidos en sitios públicos.

Tina Cordova, cofundadora del Tularosa Basin Downwinders Consortium, cuenta (https://www.nytimes.com/2023/07/30/opinion/international-world/oppenheimer-nuclear-bomb-cancer.html?smid=nytcore-ios-share&referringSource=articleShare) que su papá, entonces un niño de cuatro años, “siguió su vida como si nada, bebiendo leche fresca y comiendo las frutas y verduras frescas nacidas del suelo contaminado. Para los 65 años ya había desarrollado tres tipos de cáncer, principalmente bucales”.